María Ibáñez

No tener dos días iguales. Me encanta llegar al campo y ver una nueva variedad que funciona en la zona, la libertad de la que dispongo para organizarme y, como no, cuando mis compañeros vienen a trabajar al Valle del Ebro.

 

Ver la pérdida de muchos campos de cultivo y de nuestros ensayos por la mala gestión de los recursos hídricos.

 

Me gustaría vivir un tiempo en cada país para poder conocer sus ecosistemas, su cultura, su gastronomía…y en Duruelo de la Sierra, mi pequeño rincón del mundo; aunque no me puedo quejar, creo que España es uno de los mejores países para vivir.

 

Sólo llevo dos años en Bejo, por lo que no tengo muchas anécdotas. En las puertas abiertas de lechuga del año pasado Enrique y Héctor cogieron un gazapo entre las coliflores mientras evaluaban, era muy pequeñito pero me lo lleve a casa y salió adelante.

 

Sí, me encanta la bici, el montañismo y andar por mi pueblo, lo hago los fines de semana, entre semana voy a TRX y a correr.

 

Macarrones al horno de leña.

 

Toda menos el reggaetón. Tengo muchas.

 

Las películas que son capaces de llegar al corazón, las divertidas, las de terror… una de mis favoritas es la de “Moll Flanders”.

 

Sí, me encantan, tengo un burro que se llama Manzanillo y rebuzna y trota hacia mi cada vez que me ve, también tengo una San Bernardo llamada Niebla, un conejo llamado Rabito y una nueva perrita que de momento se llama Larabel, aunque no atiende a un nombre tan largo.

 

No.

 

La cebolla.

 

El brócoli.

 

Poder controlar la lluvia a nivel mundial.

 

Sí, dispongo de todo lo necesario para realizar mi trabajo.

 

A morirme sin ver un mundo mejor.

 

Prometedor, en los dos años que llevo trabajando no hemos parado de crecer, tenemos variedades con las que los clientes obtienen muy buenas producciones, el esfuerzo por encontrar nuevas variedades y la profesionalidad del equipo humano harán que nuestro crecimiento sea exponencial.